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El "problema" de la maternidad en el deporte

  • Foto del escritor: Kuña Sports
    Kuña Sports
  • 14 may 2022
  • 6 Min. de lectura

En ocasión del día de la madre, bien vale poner sobre la mesa un tema pocas veces tratado pero que requiere mayor visibilidad: el del derecho que tiene toda deportista a vivir su embarazo y maternidad como algo natural y no un “problema”. Para ello repasamos aquí algunas historias de mujeres que descubrieron cómo el embarazo fue un ítem más en la larga lista de disparidad de género existente en el deporte.


Allyson Felix enfrentó a la poderosa Nike y cambió las reglas del juego en favor de las mujeres. (Foto: Getty Images)

En los últimos tiempos se hizo muy común ver a atletas de distintas modalidades entrenar y, en algunos casos, hasta competir luciendo orgullosas su embarazo. Es que todo lo que hoy se conoce en cuanto a la preparación física, además de los innumerables recursos que un atleta de élite tiene a disposición para entrenar, lo hacen mucho más fácil.


Sin embargo, más allá de lo "tierno" que puede parecer para todos la imagen de una deportista embarazada; para otros, para sus equipos y para las empresas a las que representan, es un problema. Sí, y aquí ya no decimos problema entre comillas porque varios casos que se volvieron emblemáticos lo confirman.


La campeona olímpica Skylar Diggins-Smith, entonces en el equipo Dallas Wings de la WNBA, jugó toda la temporada 2018 embarazada (33 partidos en tres meses y medio). Después, producto de una depresión posparto, estuvo fuera la siguiente temporada. En ese periodo fue duramente criticada por los hinchas de su equipo, que le reclamaban el haberlos abandonado, mientras ella lidiaba con problemas físicos y mentales sin siquiera contar con el acompañamiento de su equipo.


“Es algo que no se puede explicar. Son muchas emociones. No quería dejar a mi bebé, quería quedarme con él las 24 horas, los 7 días de la semana. Era duro para mí ir a entrenar por 5 o 6 horas. Le daba el pecho y también necesitaba sacarme leche para dejarle alimento. A veces estaba muy emocional y lloraba sin saber por qué (...) Tenía un buen sistema de contención con mi madre, mi padre, mi marido y mis compañeras. Pero no de la organización de Dallas Wings. Pienso que no entendieron lo que necesitaba (...) No hay un sistema acorde para contener a las mujeres que atravesamos por la depresión posparto. La salud mental es algo sensible y privado. No quería contarle a todos por lo que estaba atravesando. Entonces, tuve que dejar el equipo para estar con mi bebé y cuidarlo”, relató en una entrevista al portal de la FIBA.


Como muchas mamás primerizas, Skylar sufrió depresión posparto y, encima, fue criticada por ello. (Foto: Clorox)

Hoy ya en otro equipo (Phoenix Mercury), la cuatro veces electa para el Juego de Estrella se convirtió en una luchadora más de los derechos de las mujeres deportistas que eligen ser madres porque entiende, y lo vivió en carne propia, que “algunas personas creen que no podés ser madre y trabajar o ser una deportista”.


Como le sucedió a la corredora española María Luisa Baena, que también fue muy criticada por correr hasta la última fase de su embarazo. Sin embargo, lo que en este caso la gente no sabía era que ella lo hizo como parte de un estudio que tuvo acompañamiento médico, la llevó a practicar otros deportes y cuyo resultado lo contó en el libro ‘Correr embarazada: una carrera de nueve meses’.


“Socialmente y culturalmente aceptamos por ejemplo que nuestras abuelas se fueran a trabajar al campo embarazadas, sin descanso y sin reposo. También tenemos asumido que las mujeres en África tengan que andar diez kilómetros diarios. Pero a nivel europeo, que una mujer embarazada haga el mínimo esfuerzo, aunque sea cargar con las bolsas del supermercado, está mal visto”, decía María Luisa en entrevista a la media startup Newtral.


Entendiendo que su decisión de seguir entrenando “fue muy cuestionada” -tal y como sucedió con la mismísima Paula Radcliffe en 2006-, recalcaba que tampoco “había argumentos contra las pruebas de esfuerzo y los resultados positivos que yo tenía. El problema es que la mujer ha entrado muy tardíamente en el deporte y no hay base científica sobre temas que nos afectan. Todavía hay muchos entrenadores hombres que no conocen el cuerpo de la mujer, que no saben por ejemplo que el ciclo menstrual afecta al trabajo de fuerza” .


Y si Baena, una deportista menos conocida/mediática que la que viene a continuación, fue criticada por correr embarazada, ¿qué habría sucedido si se supiera durante el torneo que Serena Williams estaba ya de ocho semanas mientras jugaba el Australian Open, que finalmente ganó?


“Estaba nerviosa. No estaba segura de qué hacer. Tenía muchas preguntas. Escuchas todas esas historias sobre embarazadas: vomitan, se cansan, se estresan. Tomé toda esa energía, la guardé en una bolsa y me deshice de ella. Sabía que en ese momento solo era importante enfocarme. En verdad sentía como que no tenía tiempo para lidiar con más emociones, con cualquier extra. Embarazada o no, nadie lo sabía. Se espera que gane en cualquier torneo al que me presente Si no ganaba, la noticia era mayor", confesó tiempo después en una conferencia TED Serena, una de las más grandes deportistas de la historia.


"Si no ganaba, la noticia era mayor". Sí, imaginamos que al "fracaso" de perder se habrían sumado las críticas: "que irresponsable", "que loca", "solo le interesa ganar", etc., etc., etc.


Para ella era un "traje de superheroína", de súper mamá.

Pero Serena jugó el torneo en la siempre sofocante Australia y lo ganó. Luego, cuando hizo público su embarazo, comenzaron las complicaciones para ella: en el parto su vida estuvo en riesgo y cuando volvió a jugar fue cuestionada por la organización de Roland Garros debido al uniforme que llevaba puesto, que en realidad era un traje posparto que ayuda a mejorar la circulación tras sufrir una embolia pulmonar.


"Para todas las mamás que tuvieron una recuperación difícil del embarazo, aquí tienen. Si yo puedo hacerlo, tú también puedes. ¡¡Los amo a todos!!", escribió luego en Instagram -con la foto en la que lucía su polémico catsuit- quien hasta ahora sigue elevando su voz como madre deportista.


Voz que Allyson Felix, la multicampeona olímpica estadounidense más condecorada de la historia (30 medallas), no solo hizo que tuviera eco en el mundo entero sino que pusiera en evidencia a la mayor marca deportiva y dejara un precedente.


En 2018 quedó embarazada y, apenas se enteraron, los directivos de Nike le comunicaron que su contrato sería modificado: le pagarían 70% menos de lo que estaba percibiendo y, ante su pedido de una garantía para evitar ser sancionada si no rendía como acostumbraba, le dijeron que no.


Tras una cesárea de urgencia en la que su vida y la de su hija estuvieron en peligro, Allyson se concentró en negociar con Nike y buscar un nuevo estándar para el contrato de las mujeres deportistas. “Si yo, una de las atletas más comercializadas de Nike a nivel global no puede garantizar estas protecciones, ¿quién podrá?”, se preguntó en el artículo que escribió para el New York Times, en el que hizo pública su situación.


Si bien la multinacional, cuando ya todo tomó estado público, se comprometió a que “si la atleta queda embarazada, Nike no puede aplicar ninguna reducción relacionada con el rendimiento (si se diera el caso) por un período consecutivo de año y medio, comenzando ocho meses antes de la fecha del parto” ni “rescindir ningún contrato si el atleta no compite debido al embarazo”, Allyson puso fin al acuerdo que los unía.



La leyenda del atletismo firmó con una marca que nunca patrocinó a deportistas (Athleta de Gap. “The power of she”) y se convirtió en la diseñadora de su propia marca “de estilo de vida centrada en la comunidad que crea productos para y por mujeres”.


“Nuestras voces son poderosas”, había titulado en la publicación en la que compartió la carta que le envió el vicepresidente de Nike anunciando los cambios que, ante el tamaño de la repercusión, ya se habían adelantado a realizar otras marcas que visten a deportistas. Esto, sobre todo porque también otras atletas se animaron a contar sus propias experiencias durante el embarazo.


Hasta el propio Comité Olímpico Internacional (COI) lo dijo hace varios años, tras encargar a expertos un informe sobre “rendimiento, efectos sobre el feto y la madre, peligros y recomendaciones”, que la práctica del deporte de alta competencia “no parece dañar ni a la madre ni al feto”.


Entonces, ¿qué más hace falta para que los clubes, entidades deportivas y patrocinantes entiendan y acepten que las mujeres deportistas también tienen derecho a ser madres? Así como tienen otros tantos derechos durante el embarazo y posparto.


Ninguna mujer tiene que ser obligada a elegir entre la maternidad y el deporte.

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